¿QUÉ CREEMOS?
Los artículos de fe
LA CONFESIÓN DE FE
La fe se verbaliza y en esa verbalización se presenta el contenido de la creencia. A lo largo de los siglos el declarar la fe de manera solemne por parte de la Iglesia ha sido conocido y reconocido como la Confesión de Fe de la misma.
Dentro de la Iglesia Metodista la Confesión de Fe se la conoce bajo el nombre de los 25 Artículos de Religión. Las distintas Iglesias Metodistas de todo el mundo han ido perfilando su propia Confesión de Fe siguiendo los trazos fundamentales que la caracteriza y la identifica. La Confesión de Fe no solamente es un documento que ayuda a la propia Iglesia a dar razón de sus creencias sino que sirve a los creyentes a profundizar en aquellas enseñanzas que contribuyen a una espiritualidad fundamentada en el conocimiento, el estudio y el aprendizaje.
Los 25 artículos de la “Confesión de Fe” de la Iglesia Metodista es la traducción y adecuación a nuestros tiempos de los Artículos de Religión de la Iglesia Metodista Unida que surgieron del texto original redactado por el mismo Juan Wesley, fundador del metodismo, escrito en el año 1784 bajo el nombre de “El Servicio Dominical de los Metodistas”.
Es evidente que esta “Confesión de Fe” se explica a sí misma en su tiempo histórico. También es evidente que hoy en día daríamos razón de nuestra fe de una manera más acorde con nuestro propio contexto. El hecho de presentar esta “Confesión de Fe” como propia, se encuentra en la voluntad manifiesta de dejar clara nuestra pertenencia al movimiento metodista del cual nos honra formar parte. (Los editores)
Artículo 1: De la fe en la Santísima Trinidad
Hay un solo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo ni partes, de infinito poder, sabiduría y bondad; creador y conservador de todas las cosas, así visibles como invisibles. En la unidad de esta Deidad hay tres personas, de una misma sustancia , poder y eternidad – el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Artículo 2: Del Hijo de Dios que fue hecho realmente hombre
El Hijo, que es el Verbo del Padre, verdadero y eterno Dios, de una misma sustancia con el Padre, tomó la naturaleza humana en el seno de una mujer Virgen; de manera que dos naturalezas enteras y perfectas, a saber, la Deidad y la Humanidad, se unieron en una sola persona, para jamás ser separadas, de lo que resulta un solo Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que realmente padeció, fue crucificado, muerto y sepultado, para reconciliar a su Padre con la humanidad, y para ser sacrificio, no solamente por la culpa original, sino también por los pecados actuales de los seres humanos.
Artículo 3: De la resurrección de Cristo.
Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos y volvió a tomar cuerpo con todo lo perteneciente a la integridad de la naturaleza humana, con la que subió al cielo y allí está sentado hasta que vuelva para juzgar a todos los seres humanos en el día postrero.
Artículo 4: Del Espíritu Santo
El Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, es de una misma sustancia, majestad y gloria con el Padre y con el Hijo, verdadero y eterno Dios.
Artículo 5: De la suficiencia de las Sagrada Escrituras para la Salvación
Las Sagradas Escrituras contienen todo el conocimiento necesario para la salvación ; de modo que no debe exigirse que ningún ser humano reciba como artículo de fe, ni considere requisito necesario para la salvación, nada que en ellas no se lea ni pueda por ellas probarse. Bajo el nombre de Sagradas Escrituras entendemos aquellos libros canónigos del Antiguo y del Nuevo Testamento, de cuya autoridad nunca hubo duda alguna en la Iglesia . Los nombres de los libros canónicos del Antiguo Testamento son los siguientes: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, 1ª Samuel, 2ª Samuel, 1ª Reyes, 2ª Reyes, 1ª Crónicas, 2ª Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. Todos los libros del Nuevo Testamento, tal y como son aceptados generalmente, nosotros los recibimos y los tenemos por canónicos.
Artículo 6: Del Antiguo Testamento.
El Antiguo Testamento no es contrario al Nuevo Testamento; puesto que en ambos, Antiguo y Nuevo, se ofrece la vida eterna al género humano a través de Cristo, único Mediador entre Dios y los seres humanos, siendo que El (Cristo) es Dios y Hombre. Por lo cual no se debe escuchar a aquellos que inventan que los antiguos patriarcas, tenían puesta su esperanza tan solo en promesas transitorias. Aunque la ley que Dios dio por medio de Moisés, en lo que refiere a ceremonias y ritos, no obliga a los cristianos, ni deben ser recibidos necesariamente sus preceptos civiles en ningún estado o nación, sin embargo, ningún cristiano queda exento de la obediencia debida a los mandamientos que se llaman éticos.
Artículo 7: Del pecado original.
El pecado original no consiste en la imitación de Adán, sino que es la corrupción de la naturaleza de todo ser humano engendrado en el orden natural de la estirpe de Adán, por lo cual el ser humano está muy alejado de la justicia original, y por su misma naturaleza se inclina al mal, y esto continuamente.
Artículo 8: Del libre albedrío
La condición del ser humano, después de la caída de Adán, es tal que no puede capacitarse a sí mismo por su propia naturaleza ni por sus propias obras, para alcanzar la fe e invocar a Dios; por lo tanto, no tenemos poder por nosotros/as mismos/as para que nuestras decisiones sean agradables y aceptables a Dios, sin que la gracia de Dios, que es en Cristo, nos capacite para ello. El Libre Albedrío es la libertad que nos ha dado Dios, a pesar de nuestra condición humana, para aceptar la salvación que ofrece.
Artículo 9: De la Justificación
Se nos considera justos delante de Dios, sólo por los méritos de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, mediante la fe, y no por nuestras propias obras o merecimientos. Por lo cual la doctrina de que somos justificados solamente por la fe, es saludable en grado sumo y conforta en gran manera.
Artículo 10: De las Buenas Obras
Aunque las Buenas Obras, que son fruto de la fe, una vez hemos sido justificados tampoco pueden librarnos de nuestros pecados, ni soportar la severidad de los juicios de Dios, son, sin embargo, agradables y aceptables a Dios en Cristo. Nacen de una fe verdadera, de manera que por ellas puede conocerse la fe viva de los creyentes de la misma manera como se conocerá el árbol por su fruto.
Artículo 11: De las Obras de Supererogación
No se puede enseñar la doctrina relativa de las obras a las obras voluntarias de supererogación (acciones ejecutadas sobre o ademas de los términos de los mandamientos de Dios) sin incurrir en arrogancia o impiedad. Pues, según ella, la humanidad manifiesta, no solo que dan a Dios lo que están obligados a darle, sino que por amor a Él hacen más de lo que en rigor les exige el deber; siendo así que Cristo dice explícitamente: «De la misma manera, cuando ustedes me obedecen, deben decir: “Somos siervos indignos que simplemente cumplimos con nuestro deber”. Lucas 17:10 NTV
Artículo 12: Del pecado después de la Justificación
No todo pecado voluntariamente cometido después de la justificación es pecado contra el Espíritu Santo, el cual es imperdonable . Por lo cual, a los que han caído en el pecado después de la justificación, no se les debe negar el privilegio del arrepentimiento. Después de haber recibido el Espíritu Santo, podemos apartarnos de la gracia concedida y caer en el pecado y, por la gracia de Dios, levantarnos de nuevo y enmendar nuestra vida.
Artículo 13: Sobre la Iglesia.
La iglesia visible cuya cabeza es Cristo es una Comunidad de fieles en la cual se predica la Palabra santa de Dios, se administran debidamente los sacramentos , conforme a la institución hecha por Cristo, en todo aquello que forma parte necesaria y esencial de los mismos. La Iglesia de Jesucristo está integrada por una Comunidad de iguales , de mujeres y hombres, sin ninguna diferenciación por razón de sexo, raza, país de origen, lengua, cultura, clase social o cualquier otro signo interno o externo que aparentemente nos puede diferenciar porque todos somos uno en Cristo Jesús . En la Iglesia es donde se manifiestan los dones. Todos ellos, incluido el de pastorado, pueden ser desarrollados tanto por hombres como por mujeres.
Artículo 14: Del purgatorio, reliquias e imágenes
En algunas tradiciones se enseña la existencia del purgatorio , que los pastores de la iglesia pueden absolvernos de nuestros pecados , que debemos venerar a las imágenes , que debemos reconocer poderes sobrenaturales a las reliquias o que debemos invocar la intercesión de los santos . Todas estas enseñanzas no se fundamentan en las sagradas escrituras.
Artículo 15: Del uso de la lengua en el culto
En aquellas poblaciones en las que se hable más de una lengua se debe fomentar el respeto y la tolerancia para que cada miembro de la Comunidad pueda utilizar su propia lengua en su expresión cúltica. Sin embargo, y a fin de fomentar la mejor comunicación posible, y sin que ello sea menoscabo de lo anterior, en cada Comunidad se debe optar por una lengua principal, que será la que mayoritariamente se use en el transcurso del culto, a fin de alcanzar la mayor bendición posible.
Artículo 16: De los sacramentos
Los sacramentos instituidos por Cristo son no solamente señales o signos visibles de la profesión de fe de los cristianos, sino también medios y testimonios de la gracia y de la buena voluntad de Dios para con nosotros, a través de los cuales Cristo obra en nosotros de forma invisible, y no solamente aviva nuestra fe en El, sino que también la fortalece y confirma. Los sacramentos instituidos por Cristo, nuestro Señor, en los evangelios son dos, a saber: el Bautismo y la Santa Cena.
Artículo 17: Del Bautismo
El Bautismo no es solamente signo de profesión y nota distintiva de nuestra fe, por la cual se distinguen los cristianos de los no bautizados, sino también signo de regeneración o renacimiento.
Artículo 18: de la Santa Cena
La Cena del Señor, o Santa Cena, no es solamente signo del amor que deben tenerse entre sí los cristianos, sino más bien sacramento de nuestra redención por la muerte de Cristo; de modo que, para los que digna y debidamente y con fe reciben estos elementos, el pan que partimos es una participación del cuerpo de Cristo, y así mismo la copa de bendición es una participación de la sangre de Cristo. Sin embargo, el pan en ningún momento deja de ser pan ni el vino deja de ser vino sino que simboliza el cuerpo y la sangre de Cristo, muerto y resucitado.
Artículo 19: De la participación en la Santa Cena
La Santa Cena está abierta a todas aquellas personas que hayan aceptado a Cristo en sus vidas como su Señor y Salvador personal .
Artículo 20: De la Obra suficiente de Cristo
El sacrificio hecho por Cristo en la Cruz es la perfecta redención , propiciación y satisfacción por todos los pecados de todo el mundo, tanto originales como actuales; no hay otra satisfacción por el pecado sino únicamente la realizada por Cristo Jesús. Por lo cual, el sacrificio de Cristo ni puede ser sustituido ni repetido por ser suficiente.
Artículo 21: Del Matrimonio de los ministros
La Ley de Dios no manda a los ministros de Cristo hacer voto de celibato ni abstenerse del matrimonio; lícito es, pues, para ellos, lo mismo que para los demás cristianos, contraer matrimonio a su discreción, como juzguen más adecuado para su santificación.
Artículo 22: De las Ceremonias de la Iglesia
No es necesario que la liturgia y las ceremonias sean en todo lugar las mismas, ni se expresen de forma idéntica; puesto que siempre han sido diversas, y pueden cambiarse según la diversidad de los países, los tiempos y las costumbres, con tal de que nada se establezca contrario a la Palabra de Dios. Cualquiera que, apoyándose en su juicio u opinión personal, voluntaria e intencionadamente quebrantase públicamente la liturgia y las ceremonias de la Comunidad a la que pertenece, debe ser reprendido como perturbador del orden común de la Comunidad, y como quien hiere las conciencias de los demás hermanos.
Artículo 23: Del gobierno civil
Es deber de todos los cristianos, y especialmente de los pastores y otros ministros ordenados, guardar y obedecer las leyes y decretos de la autoridad gobernante o suprema del país del cual sean ciudadanos o en el cual residan, y deberán emplear todos los medios disponibles para estimular y promover la obediencia a las autoridades legal y democráticamente constituidas.
Artículo 24: De los bienes de los cristianos
Las riquezas y los bienes que logramos como fruto de nuestro trabajo no nos pertenecen a nosotros mismos sino que son de Dios de los cuales nosotros debemos ser sus sabios administradores tanto en favor de la iglesia como en solidaridad con los más pobres de entre nosotros y de nuestra sociedad.
Artículo 25: De la santificación
La santificación es la renovación de nuestra naturaleza caída a través del Espíritu Santo, recibido mediante la fe en Jesucristo, cuya sangre expiatoria limpia de todo pecado; por ella no sólo somos librados de la culpa del pecado, sino también lavados de su contaminación, salvados de su poder, y capacitados, por gracia, para amar a Dios con todo nuestro corazón y andar intachablemente en sus santos mandamientos.
La Iglesia Colombiana Metodista, se constituye bajo la autoridad de las sagradas escrituras: Antiguo y Nuevo Testamento, mediante cuyo testimonio el Señor conduce a su pueblo al conocimiento de su Verdad y lo guía en el cumplimiento de su misión. Estas escrituras constituyen por lo tanto, el criterio por el cual se ha de juzgar la fidelidad de la iglesia y de su tradición.
La Iglesia Colombiana Metodista, es heredera de la tradición de la Iglesia Universal y en manera especial del Metodismo. Por ello recibe los credos como testimonio de la confesión de la fe cristiana y considera que los documentos tradicionales de la fe y disciplina Metodista -los veinticinco artículos de fe, los cincuenta y dos sermones normativos del Reverendo Juan Wesley y las reglas generales-, son expresiones significativas de la interpretación de la fe y conductas cristianas.
La Iglesia Colombiana Metodista, examinará constantemente su mensaje y testimonio a fin de discernir, bajo la dirección del Espíritu Santo y la autoridad de las sagradas escrituras, y a la luz de la tradición, la voluntad del Señor en las particulares circunstancias en las que sea llamada a servir. Cuando lo juzgue necesario, formulará declaraciones en asuntos de fe y conducta, para edificación de los creyentes y definición y afirmación de su testimonio ante el mundo.